Ochíos de Úbeda: el pan de nuestras raíces, el sabor que nunca se olvida
El ochío es mucho más que un producto típico: es un símbolo de identidad, una tradición viva que forma parte del alma de Úbeda y de Baeza. Con su inconfundible color dorado-anaranjado, su aroma a aceite de oliva virgen extra y ese toque de pimentón que despierta los sentidos, el ochío representa lo que somos y de dónde venimos. Es humilde, sencillo, pero profundamente sabroso. Y como todo lo auténtico, perdura en la memoria.
En cada hogar ubetense y baezano hay una historia con un ochío: en el recreo del colegio, en la merienda del domingo, en la feria, en las reuniones familiares o como desayuno improvisado con lo que hubiera a mano. Solo o relleno con morcilla, lomo de orza o hasta chocolate, su versatilidad ha conquistado paladares durante generaciones. Porque el ochío no entiende de modas, sino de raíces profundas.
Y aunque la vida nos lleve lejos, hay sabores que nos traen de vuelta. Un ochío es eso: el abrazo de una abuela, una conversación en una plaza al atardecer, la campana de la iglesia sonando a lo lejos. Es la tierra que nos vio crecer, guardada en un trozo de pan.
Para los que pasean por Úbeda y Baeza a diario y para quienes las llevan en el corazón aunque estén lejos. Para los que quieren mantener viva una tradición que sabe a casa.